La humedad por capilaridad en obra de nueva construcción es algo a tener muy en cuenta para quiénes están pensando en construir su vivienda. Tirando de refranero popular, en España es habitual que nos acordemos de Santa Bárbara únicamente cuando truena y, en el campo de la construcción, desgraciadamente no íbamos a ser menos. Normalmente nos acordamos de los problemas de humedad por capilaridad sólo cuando aparecen, pero la situación ideal sería tenerlos presentes desde que concebimos la construcción, antes incluso de comenzar a construir la casa. De nuevo la sabiduría popular esconde la respuesta: “más vale prevenir que curar”. Evitar que un problema llegue a producirse no sólo nos ahorra quebraderos de cabeza, sino que además de ser una cuestión de seguridad estructural, a la larga, resultará también mucho más barato.
Cuando nos enfrentamos a una obra nueva es de vital importancia prever este tipo de actuaciones en la fase de proyecto. Al arquitecto o ingeniero proyectista le corresponderá efectuar un adecuado análisis geotécnico y geológico del terreno, así como un estudio hidrológico de las cuencas del terreno y el comportamiento subterráneo de las aguas. En el fondo, el objetivo es recabar datos para conocer el caudal de aguas subterráneas que acostumbran a circular en el terreno sobre el que edificaremos. Una información detallada y fiable es el primer paso para conocer los riesgos reales que amenazarán a la futura vivienda. A partir de aquí, estaremos en disposición de comenzar a diseñar soluciones efectivas frente a la humedad.
La humedad por capilaridad tiene su origen en el agua del terreno, así que las actuaciones encaminadas a evitar la entrada de humedad por esta vía deben concebir dos propósitos: por un lado, minimizar los puntos de contacto entre terreno y estructura, previendo la adecuación de sistemas de drenaje que consigan alejar el agua de las zonas bajas del edificio; por el otro lado, impermeabilizar los puntos de contacto entre estructura y terreno, colocando barreras impermeables en el apoyo de los forjados con el fin de evitar el contacto con la zona húmeda.
Especial atención requieren los casos en que existe un nivel freático cercano a la superficie, pues el riesgo de patologías por humedad ascendente se verá incrementado. En caso de que se proyecte la excavación de un sótano, las estancias que vayan a quedar enterradas deberán concebirse como vasos impermeables, evitando la penetración del agua y ayudados mediante redes de drenajes perimetrales bajo la solera. En cambio, cuando sólo haya aguas de escorrentía amenazando la estructura, se pueden proyectar drenajes menos exigentes, mediante cámaras bufas y apoyados por drenajes bajo la solera.
Entre las soluciones más sencillas a la par que rentables, podríamos citar la colocación de barreras impermeables. Esta actuación consiste en colocar una barrera física entre terreno y estructura, que impida la ascensión capilar. Existen distintas tipologías constructivas, cada una con sus ventajas e inconvenientes, por lo que habría que atender a los condicionantes específicos de cada obra a la hora de decantarse por láminas metálicas, láminas de PVC, láminas elastómeras… En cualquier caso, estas barreras deben colocarse en el apoyo de las fábricas sobre los cimientos, siempre por encima del nivel enterrado.
Una vez definidas y justificadas las actuaciones en proyecto, desde Hume Ingeniería nos gustaría hacer hincapié en la importancia que tiene contrastar de cuerpo presente la ejecución de cualquier obra. Por muy bien concebido que esté un proyecto, en el día a día de su ejecución suelen producirse desviaciones con respecto a la obra planificada, así que no podemos dejar pasar la oportunidad de reivindicar el papel de una Dirección de Obra comprometida y cualificada. Las humedades son un problema difícil y costoso de solucionar en una vivienda existente y en uso, seamos precavidos, y evitemos su aparición desde el principio.
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