Uno de los problemas más habituales en una fachada es el prematuro deterioro causado por la cristalización de las sales. Ya sean incorporadas en los propios materiales de construcción durante el proceso de fabricación o provenientes de agentes externos durante la vida útil, una gran variedad de sales puede hallarse presente en las superficies de fachada. Además de tener un efecto químico, las sales solubles producen efectos devastadores debidos a los procesos mecánicos originados por su cristalización.
¿Cómo se produce la cristalización?
Cualquiera que sea el origen de la presencia de sales, estas, en disolución en la humedad alojada en el sistema poroso de la piedra, cristalizan al evaporarse el agua. Cuando esta evaporación se produce en la superficie se producen eflorescencias. Cuando la superficie se seca y el fenómeno progresa hacia el interior se forman criptoeflorescencias. En los casos en que la fachada está expuesta a la humedad, las sales aumentan de volumen ejerciendo una fuerte presión sobre las paredes de los capilares y provocando la relajación por rotura. Cuando este proceso se produce de modo reiterativo tiene como consecuencia la arenización.
En general, las sales más peligrosas son el sulfato de sodio y el magnesio. También es importante considerar que la formación de criptoeflorescencias es mayor en los muros más expuestos al viento, por lo que la evaporación es mayor. Así, todas estas circunstancias deben ser tenidas en cuenta a la hora de proyectar la solución constructiva de una fachada atendiendo a los agentes externos a los que estará sometida.
Problemas asociados a las sales
El deterioro de un edificio por el agua se puede deber a las humedades derivadas del envejecimiento de los materiales o fábricas originales. La causa más repetida es la pérdida de permeabilidad en la utilización de morteros de cemento, que evitan la “respiración” del muro y la evaporación del agua, quedando retenida y produciendo las humedades.
Un problema asociado a este fenómeno es la presencia de sales higroscópicas en los muros. Su origen es muy variado, pueden proceder del deterioro de las rocas, de los morteros de cemento de la contaminación, etc.
Las sales penetran en los materiales vehiculadas por el agua y, al evaporarse esta, quedan retenidas en los poros. Pueden dar origen a dos tipos de lesiones:
- Holoclastia: Deterioro por arenización, cuando la red porosa no resiste a las tensiones que se originan en ellos provocadas por la cristalización de las sales. Los materiales se disgregan presentando pulverulencias, pérdidas de mata, etc.
- Condensación higroscópica: Los materiales que contienen las sales, al aumentar la humedad relativa, empiezan a absorber el vapor de agua ambiental (a veces en gran cantidad), de modo que se producen condensaciones en los poros y el material se presenta mojado, incluso en algunos casos saturado de agua, sin que exista fuente alguna de agua en forma líquida.
¿Cuál es el mejor material para evitar la cristalización?
En realidad los materiales de poros muy anchos permiten las transformaciones, aunque se produzcan tensiones, mientras que los poros más finos son los que sufren mayor afectación. Bajo esta premisa, para resistir los procesos de deterioro lo ideal sería utilizar materiales con una estructura de macroporos y poros abiertos.
Recordemos que para que un material sea permeable es precisa la continuidad del sistema poroso. Es por este motivo que, cuando se diseñan sistemas constructivos en edificaciones con especial riesgo de padecer este problema, se recurre a materiales especialmente aditivados en fabricación para presentar una elevada permeabilidad.
Eduardo Pérez dice
Muy buena Información. Gracias