Curiosa pregunta la de hoy, y más sabiendo que en Hume Ingeniería acostumbramos a escribir siempre en relación a las incidencias ocasionadas por el agua y las humedades…
¿Por qué se pintan las casas de color rosa? O quizás deberíamos decir ¿quién fue el primero que decidió pintar su casa de rosa y qué le llevó a hacerlo?
Lo que en principio podría parecer una leyenda o un bulo de la tradición popular es, en realidad, un hecho contrastado que guarda una explicación.
Eso sí, existe también una leyenda que enmascara la realidad, mucho más pintoresca y cautivadora, así que comencemos por esta última.
Casas rosas: El mito
Dice la sabiduría popular que en la segunda mitad del siglo XIX, el presidente Sarmiento en Argentina anhelaba apaciguar las rencillas derivadas de las guerras civiles de los últimos tiempos.
Con esta intención, propuso unificar los colores blanco del bando unitario y rojo del federal en un tono rosa intermedio, un punto de encuentro para teñir de este color la fachada de la sede del poder ejecutivo en Buenos Aires.
Nació así la famosa Casa Rosada, actualmente Monumento Histórico Nacional y que, pese a las sucesivas obras de mantenimiento, conserva todavía su característico tono rosáceo que, sin embargo, ha ido variando en intensidad a lo largo del tiempo.
Casas rosas: La realidad
Nada más lejos de la realidad, los historiadores del país latinoamericano acuerdan descartar esta bucólica pero desacertada hipótesis dando paso a una realidad que, ahora sí, encontraremos vinculada a nuestro campo de las humedades.
En un contexto más próximo a la realidad resulta que, a lo largo de todo el siglo XIX, para proteger las edificaciones frente al efecto de la humedad, las impermeabilizaciones primitivas se conseguían conformando la pintura con una mezcla de recebo, cal y sangre de animales.
Así, durante el proceso de fabricación, con el apagado de la cal viva se añadían ciertas dosis de unto y sangre bovina: las grasas lograban actuar como repelente hidrófugo y la sangre aportaba plasticidad. Plasticidad, sí, pero también ese color rosado, variable en función de las cantidades y características de la sangre empleada.
Es así como los trabajos de impermeabilización dieron pie a tonalidades rosadas en viviendas y edificios de gran porte, siendo la Casa Rosada argentina el mayor exponente de todos ellos.
Más cerca de nuestras miras tenemos también un vivo ejemplo de edificación rosada que perdura en el tiempo, la tradicional cárcel de A Coruña, que ha ido perdiendo su tonalidad a expensas de una rehabilitación que nunca llega.
Y recuerda…
Hoy en día, por suerte, la industria de la impermeabilización ha avanzado a pasos agigantados y podemos disponer de una amplia gama cromática y de materiales para impermeabilizar una fachada.
Rosa, fucsia o fosforito, para gustos, colores, y para solucionar humedades… consulta siempre a un profesional.
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