Desde Hume Ingeniería queremos aprovechar para esbozaros unas pinceladas acerca de la termografía infrarroja, un campo novedoso y en auge del que continuamente recibimos encargos. Ya veréis como desde este momento no dejaréis de oír hablar sobre la inspección de edificios con termografía.
Índice de contenidos
¿Qué es la termografía?
La termografía infrarroja es una técnica novedosa que permite conocer la temperatura de una superficie con precisión, sin necesidad de establecer ningún contacto con ella. Una imagen termográfica nos muestra la temperatura exacta de cada uno de los distintos puntos de la superficie fotografiada. ¿Y cómo de útil es esto para nosotros? Pues de nosotros dependerá saber interpretar esos datos y sacarle el jugo a esa información para obtener conclusiones prácticas. Veámoslo.
¿Cómo funciona la termografía?
Una cámara termográfica fotografía la superficie cuya temperatura (punto por punto) queremos conocer. Lo que la cámara hace en realidad es emitir radiaciones infrarrojas para realizar sus lecturas y a continuación, gracias a la física, convierte esas lecturas de la radiación infrarroja en mediciones de temperatura. Como tampoco nos interesa profundizar demasiado en el universo que esconden las cámaras (vamos a dejar esto a los técnicos y fabricantes), sólo diremos que esto es posible gracias a que podemos medir la radiación emitida en la porción infrarroja del espectro electromagnético desde la superficie del objeto, para luego convertir estas mediciones en señales eléctricas.
Termografía y defectos constructivos
Resulta que en los últimos años todos hemos visto como se ha construido mucho, muy deprisa y, en demasiadas ocasiones, también mal. Por este motivo, las rehabilitaciones están hoy a la orden del día y han sustituido a las construcciones de obra nueva. En este panorama de rehabilitaciones creciente, la termografía aporta un gran valor añadido y se convierte en una herramienta imprescindible para la inspección de edificios.
Interpretando los datos de una imagen termográfica podemos detectar zonas con defectos constructivos, como aislamientos mal colocados, desprendidos o inexistentes. Podemos detectar filtraciones de aire, por donde escapa el calor interior. Podemos intuir qué elementos y en qué estado hay en una cámara de aire, detrás de una pared o encima de un techo.
Para la realización de reformas la termografía es la nueva panacea del siglo XXI. En una casa ya existente, en la que hacer un boquete a la pared o sustituir una tubería suponen una obra que conlleva molestias al ocupante, la termografía abre una nueva vía de actuación. Sin molestias. Sin agujeros. Sin taladros. Sin pruebas. Una sola foto y listo. Eso sí, habrá que saber interpretar la foto como corresponde, pero una vez hecho esto, nuestro diagnóstico es inequívoco. Una nueva forma de enfocar las reformas y rehabilitaciones mucho más aséptica. El futuro ya está aquí.
En efecto, podemos revelar la estructura interna de una construcción sin llegar a entrar en contacto con ella, lo que facilita la proyección y ejecución de obras y rehabilitaciones. Si bien es verdad que con una cámara termográfica no se puede medir la temperatura del aire, sí podemos ver el enfriamiento por convección que provoca en la superficie en contacto. Las fugas de agua caliente en tuberías de ACS y suelo radiante también se pueden detectar por la traza térmica que el agua transmite a la superficie del suelo.
La termografía es una herramienta muy útil y fácil de usar para la detección y comprobación de fugas en tuberías y conducciones. Incluso cuando éstas se encuentren bajo el suelo o paredes. Ejemplos típicos son la detección de fugas en calefacciones de suelo radiante o en sistemas de calefacción comunitaria, también se pueden detectar fugas en piscinas. Determinar la localización exacta de las fugas evita excavaciones innecesarias y ahorra costes. Por tanto, en este campo, muchas veces vale la pena llamar a alguien que nos haga un análisis termográfico antes de recurrir a fontaneros, instaladores de piscinas, calefactores… Vale más ir sobre seguro que dejar paso libre al clásico sistema de prueba-error.
Termografía y ahorro energético
Habréis oído hablar de los puentes térmicos sin saber muy bien de qué os están hablando. Los puentes térmicos son aquellas zonas de una construcción, por ejemplo de nuestra casa, por donde el calor fluye más fácilmente que en el resto de la envolvente del edificio. La primera consecuencia es que los puentes térmicos dan lugar a pérdidas de energía, ya que es por ahí por donde se nos escapa el calor, pero en realidad los otros daños que se derivan de los puentes térmicos son muchas veces las condensaciones o precipitaciones de humedad.
Cuando en invierno sacamos una foto termográfica de un edificio desde el exterior se suele identificar fácilmente los puentes térmicos como los puntos calientes. Esto significa mayores pérdidas de energía, es decir, se nos escapa el calor y nos cuesta más dinero calentar la casa. Como consecuencia, en esos puntos puede empezar a aparecer moho, con el consiguiente riesgo para la salud de los ocupantes. Además, los puentes térmicos también actúan a veces como puentes acústicos. Un óptimo aislamiento térmico normalmente implica un buen aislamiento acústico.
Si en una imagen termográfica sacada desde el exterior del edificio identificábamos los puentes térmicos como puntos calientes, tomada la imagen desde el interior, en invierno podemos detectarlos como zonas frías, con el posible riesgo de proliferación de moho. Resumiendo: la termografía visualiza instantáneamente pérdidas térmicas, humedades y fugas de aire presentes en los edificios no apreciables a simple vista, y nos las muestra por medio de imágenes que con sus colores, nos diferencian las zonas críticas de las zonas seguras.
Para muestra, un botón
Veamos la galería de la imagen de la izquierda. A priori tiene una estructura uniforme y homogénea, imposible apreciar diferencias entre sus componentes. Veamos a continuación su correspondiente imagen termográfica. Para sorpresa de todos, dos de los perfiles de la galería se encuentran a temperatura sustancialmente inferior que el resto de la estructura. Observadas las diferencias, es momento de interpretar los datos: los dos perfiles singulares son puntos susceptibles de generar humedad por condensación en invierno, ya que su temperatura se hallará por debajo de la temperatura de rocío del aire. Gracias a la termografía, podremos anticiparnos a que esto ocurra planteando el aislamiento de estos dos componentes.
Con las líneas de este breve post esperamos haberos introducido un poquito en el universo de la termografía, un mundo lleno de posibilidades que, hasta hace poco, no estaban al alcance de nuestra mano. En el próximo post profundizaremos sobre otras aplicaciones especialmente útiles de la termografía, veréis que aparte de ser una técnica muy provechosa, también nos obsequia de vez en cuando con algunas imágenes muy chulas que vale la pena ver al menos una vez en la vida.
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