Mucha gente asocia las humedades de su vivienda con la lluvia. Es una creencia común pensar que en casa sólo tenemos humedad cuando fuera está lloviendo. La relación entre intensos episodios de lluvia y un problema de humedades en casa puede parecer evidente, por eso es habitual que quienes conviven con humedades en invierno culpen a la lluvia de todos sus males. Pero, ¿es siempre la lluvia la causa de la humedad?
En realidad, las precipitaciones de lluvia únicamente guardan relación directa con uno de los tres grandes tipos de humedades que pueden afectar a una vivienda: las filtraciones. Resulta razonable que, ante grandes trombas de agua de la lluvia, aumente el riesgo de filtraciones a través de fachadas, tejados y terrazas. Cualquier defecto en la impermeabilización, incluso una pequeña fisura puntual, puede suponer la filtración del agua de lluvia en nuestra vivienda. En estos casos de filtración directa sí existe una relación causa-efecto entre la lluvia y la humedad pues, en el momento en que deja de llover, el defecto constructivo perdura pero no ocasiona humedades.
A diferencia del caso anterior, los otros dos grandes grupos (humedades por condensación y humedades por capilaridad) apenas guardan relación con la presencia de lluvias en el exterior. Estos son los casos que a menudo llevan a equívoco a los usuarios. En ocasiones, incluso a empresas y profesionales.
En el caso de las condensaciones, influye mucho más la diferencia de temperaturas entre dentro y fuera de la vivienda, que la existencia o no de lluvia propiamente. Esta circunstancia suele dar lugar a muchos errores, pues en invierno es habitual que las bajas temperaturas coincidan en el tiempo con fuertes lluvias, lo que lleva a la gente a pensar que las condensaciones son fruto de las lluvias y no del contraste térmico. En el caso de la humedad por capilaridad, las lluvias tienen su pequeño componente de influencia, pues cuanta más agua esté absorbiendo el terreno, más probabilidad existirá de que un defecto en la impermeabilización de los cimientos genere humedades por ascensión capilar. En cualquier caso, las capilaridades pueden tener lugar igualmente sin la presencia de lluvias, pues el propio nivel freático y las aguas subterráneas son susceptibles de penetrar en la vivienda con independencia de que llueva o haga sol.
En Hume Ingeniería estamos habituados a investigar y peritar complejos casos de humedades. En este sentido, y dependiendo del tipo de humedad, debemos incidir en la importancia que supone poder examinar cada problema en época de lluvias o de sequía, según corresponda. Ante un problema de filtración directa, la inspección de la humedad debería realizarse, por lo general, coincidiendo con un registro de mayores precipitaciones. De este modo, tendremos una toma de datos realmente significativa que muestre la magnitud de la humedad, cosa que no ocurriría si examinamos el mismo problema tras un largo período sin lluvias. Del mismo modo, existen otras pruebas que exigirán una completa ausencia de lluvias para resultar relevantes, como por ejemplo las pruebas de estanqueidad que se realizan sobre las terrazas para conocer si existen puntos de fuga en la impermeabilización. Una prueba de estanqueidad realizada en coincidencia con lluvias resultaría inconcluyente, pues no podríamos determinar con certeza el origen de una filtración en caso de producirse.
En definitiva, existen múltiples combinaciones posibles entre un problema de humedad y su procedencia, y la presencia de lluvias es tan sólo un factor más a tener en consideración a la hora de hacer una evaluación adecuada. En Galicia, contamos con la base de datos de Meteogalicia, que registra numerosas variables climáticas relacionadas con las precipitaciones, lo que convierte este servicio en una herramienta muy recomendable para apoyar un buen diagnóstico o un informe técnico pericial. En cualquier caso, la experiencia es la madre de todas las ciencias, ante un problema de humedades, nada mejor que encomendar el análisis a una empresa especializada en humedades.
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