Uno de los problemas más generalizados en las viviendas en pleno siglo XXI son las humedades por condensación. La condensación es esa humedad que se manifiesta en forma de manchas negras en paredes y techos, ropa y mobiliario que aparece con pelusilla, ventanas y azulejos mojados por las mañanas, moho que aparece en los colchones o tras las mesillas… todo esto es humedad por condensación.
La humedad por condensación es debida a un exceso de humedad en el aire de la vivienda que, en contacto con cualquier superficie demasiado fría, condensa, es decir, la humedad deja de formar parte del aire y pasa a ser visible en ventanas, paredes y techos. Como este concepto de humedad por condensación es un pelín complejo de entender, podéis consultar nuestra explicación de la humedad por condensación entendible por cualquiera.
A día de hoy nos encontramos este problema de la condensación con gran frecuencia en viviendas y pisos relativamente antiguos que, a lo largo del tiempo, han ido siendo objeto de posteriores reformas. En estos casos, la causa es imputable a un exceso de hermeticidad de la vivienda y, la solución, podemos encontrarla en un adecuado sistema de ventilación apropiado para cada vivienda.
Originariamente, estas casas tenían unos cerramientos distintos y más permeables a los actuales, que permitían el intercambio del aire con el exterior con gran facilidad. A medida que hemos ido invirtiendo en sustituir los tejados, fachadas, ventanas, calefacción, etc. se ha ido generando como efecto colateral un exceso de hermeticidad en la vivienda. Cuando antes el aire entraba y salía fácilmente por el contorno de las ventanas podíamos tener frío, pero no condensación. Ahora que nuestra casa se asemeja más a un bunker, en donde no perdemos un ápice de calor, en realidad tampoco intercambiamos aire con el exterior. ¿Consecuencia? Humedades por condensación.
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