La humedad por capilaridad es una patología de construcción con mayor presencia en edificios antiguos. La inmensa mayoría de casos se deben a una deficiente o ausente impermeabilización de los cimientos del edificio con respecto al terreno, de modo que se favorece la ascensión de la humedad a través de los materiales de construcción.
Como antiguamente muchos edificios se construían directamente sobre el terreno, sobre una solera vertida contra la tierra o sobre una losa de cimentación sin impermeabilizar, estadísticamente resulta razonable que sean los edificios antiguos los que más problemas de humedad por capilaridad presentan. Si a ello le sumamos que, a mayor antigüedad, más años de exposición a la humedad habrá acumulado, la conclusión es que la mayoría de humedades por capilaridad se da en estos inmuebles. La duda que normalmente nos asalta una vez diagnosticada la humedad por capilaridad es ¿la humedad puede hacer que se vaya a caer el edificio?
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¿Cuáles son los riesgos reales de la humedad por capilaridad?
La humedad por capilaridad produce distintos efectos sobre la estructura de un edificio, todos ellos indeseables. Pero no nos alarmemos, resulta improbable que pueda llegar a causar el derrumbe o la caída de un edificio, a continuación trataremos de justificar por qué.
El efecto más peligroso que causa la humedad en una estructura es la disminución de su capacidad portante, es decir, la medida en que pueda llegar a debilitar su capacidad de mantener el edificio en pie. La presencia de sulfatos en las aguas procedentes del terreno favorecerá la disgregación de los elementos constructivos, provocando la pérdida de sección de los muros y pilares encargados de sostener la estructura. Por tanto, resulta evidente que se produce una merma en la capacidad portante de la estructura. Además, la presencia constante de humedad también provoca el lavado de los componentes de los morteros, así que también se producirá una disgregación de cales y cementos, favoreciendo la pérdida de cohesión de piedra y ladrillos.
En resumen, la humedad sí va a debilitar la respuesta del edificio, pero la clave será determinar hasta qué punto se verá disminuida esta capacidad.
¿Qué dice la teoría?
Con la teoría por delante, los edificios han sido dimensionados y construidos con unos coeficientes de seguridad muy amplios, lo que significa que sus prestaciones necesariamente van a ser mucho mejores que las consideradas estrictamente en los cálculos. Esto significa que, aun en el supuesto de que agentes externos como la humedad logren debilitar su capacidad, resulta razonable pensar que la estructura seguirá siendo capaz de dar la respuesta para la que ha sido proyectada.
Para que la merma de la capacidad comprometa realmente la estabilidad del edificio, la humedad tiene que haber hecho descender su resistencia por debajo de la holgura que otorga el coeficiente de seguridad, es decir, tiene que haber sido una afección lo suficientemente agresiva como para que el margen de seguridad considerado haya sido vulnerado.
¿Qué ocurre en la práctica?
En la práctica, es muy improbable que la anterior circunstancia llegue a producirse, pero aunque así fuese, lo normal es que tampoco se llegue a comprometer la estabilidad de la estructura. Veamos por qué.
En primer lugar, podemos afirmar que es improbable que esto ocurra porque de no ser así, el coeficiente de seguridad que actualmente la normativa legal impone sería mayor de lo que es, pues se establece un valor precisamente para cubrir esta posibilidad.
En segundo lugar, aunque la afectación de la humedad sea tan grande como para desvirtuar el margen que otorga el coeficiente de cálculo, existe un segundo factor de seguridad a la hora de dimensionar los edificios. De la misma manera que en los cálculos nos quedamos del lado de la seguridad al considerar que el edificio resiste menos de lo que sabemos que realmente resistirá, también se tiene en cuenta un segundo margen de seguridad que consiste en considerar que la carga que el edificio soportará es mayor a la que realmente acaba soportando. De esta forma, aunque tengamos una estructura debilitada que no sea capaz de resistir lo que hemos considerado al hacer el cálculo, en realidad sólo tendrá que hacer frente a una carga más pequeña a la que hemos supuesto cuando la dimensionábamos.
Entonces, ¿cuándo hay realmente un riesgo estructural?
En la práctica, resulta una posibilidad muy remota que todos los factores anteriores confluyan en un mismo caso, por lo que se podría afirmar casi con total rotundidad que un problema de humedad por capilaridad no provocará el colapso de una estructura correctamente diseñada.
En el peor de los escenarios, el riesgo de que la humedad por capilaridad pueda afectar a la estabilidad de un edificio se reduciría a ese caso hipotético en el que tengamos un abandono total del problema durante un periodo prolongado de tiempo, en el que además se haya hecho caso omiso a cualquier manifestación física de la humedad y en que la presencia de aguas agresivas haya provocado una pérdida muy importante en la capacidad portante de los muros.
En cualquier caso, recuerda que la solución a la humedad por capilaridad puede abordarse desde distintos puntos de vista, siempre dependiendo de las circunstancias concretas que condicionen cada caso. Si estás buscando el consejo de una empresa especializada en humedades, aquí encontrarás el servicio de asesoramiento de Hume Ingeniería.
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