Hoy iniciamos nuestra recopilación de artículos sobre causas que deterioran las fachadas. En esta ocasión nos centraremos en las afecciones derivadas de los efectos de la contaminación atmosférica, recuerda que a través del enlace anterior encontrarás todas las posibles causas que, a la postre, originan humedades imputables a la fachada.
Elementos perjudiciales
La emisión de elementos contaminantes presentes en la atmósfera constituyen, en todos los casos, elementos perjudiciales para los acabados de las fachadas. Este es el caso de partículas sólidas en suspensión, humos y gases industriales, condensación de productos sin quemar, etc.
De entre todos los anteriores, el dióxido de azufre es susceptible de ser modificado por efecto de la oxidación, dando paso a SO3 y transformándose en ácido sulfúrico cuando se combina con el agua de lluvia. Este ácido sulfúrico será la principal amenaza para la integridad de nuestra fachada.
Factores que influyen
Existe una serie de condicionantes que favorecen que la contaminación del ambiente se deposite sobre las fachadas ajando su revestimiento. Algunos de los factores más comunes son los que se enuncian a continuación:
- El efecto del agua y el viento, que arrastran las partículas contaminantes del ambiente transportándolas hasta la superficie de la fachada. No es necesario que tenga lugar una ráfaga de viento importante para transportar los contaminantes, ya que al tratarse de gases y sólidos en suspensión casi cualquier corriente de aire generará este movimiento.
- El binomio temperatura-humedad puede dar lugar a la condensación de las partículas del ambiente. Cuando esto ocurre, los contaminantes adquieren una nueva forma gaseosa, que contribuye a multiplicar el número de partículas en el aire susceptible de penetrar por la superficie de los paramentos.
- La dureza del material interviene en el proceso de ensuciamiento, condicionando el tipo de choque entre fachada y contaminante. Dependiendo de la dureza de cada una, puede darse el caso de que de las partículas de suciedad reboten tras chocar con la fachada o bien que queden atrapadas en medio de su rugosidad.
Efecto de la contaminación
La acción de la contaminación atmosférica puede ser tan devastadora que logre descomponer en pocos años lo que antes resistió siglos. El agente más agresivo, como avanzábamos, es el ácido sulfúrico.
Los daños visibles más frecuentes son la aparición de costras negras o ennegrecimientos, debidas a la acumulación de contaminantes externos. Este ensuciamiento es normalmente más llamativo en fachadas con revestimientos pétreos, donde las partículas transportadas por el aire quedan retenidas en las oquedades de la superficie de fachada.
Otro de los efectos habituales es la aparición de vegetación en las juntas, ocasionada por la acumulación de materia orgánica que, junto a la falta de mantenimiento y la presencia de humedad, dan lugar a la formación de vegetación espontánea.
En última instancia, todos los efectos descritos generan una misma afección: el riesgo de filtraciones de agua a través de la fachada. Ya sea erosionando la fachada y generando desprendimientos, o bien comprometiendo el revestimiento impermeable de la superficie, la consecuencia final radica en posibles filtraciones del agua de lluvia. ¿La clave? Un adecuado mantenimiento preventivo antes de que el problema llame a nuestra puerta.
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